domingo, 23 de octubre de 2011

Escritora no... Pero nadie olvida a María Sabina


María Sabina fue una mazateca que desde muy chica se entregó a las visiones que otorgan los hongos, según ella lo cuenta. Cuánta sabiduría no puede uno entender cuando ella curaba a los de su pueblo por medio de sustancias que actualmente son consideradas dañinas; quién sabe, pero María Sabina estuvo, sin quererlo, en el ojo del huracán de todos cuantos curiosos y malintencionados querían conocerla y pagarle porque los dejase experimentar el viaje de los hongos alucinógenos.
Mil respetos.
Ella nació un julio de 1922 y murió en noviembre de 1985 en la Sierra Mazateca, al sur de México, por Oaxaca. Fue mujer, curandera, sabia y sobre todo una poetisa. En sus ceremonias ella manejaba la situación según la experiencia le había enseñado, y el contacto con los dioses que le dicen al mismo tiempo que no cualquiera puede ocupar el lugar que tuvo ella. María Sabina nunca escribió, pero lo literario lo emanó con el hálito interno que le hizo hablar y componer. En una oralidad de María Sabina notaremos varias señales de poesía pura:

I
Soy la mujer que examina
Nuestra mujer infinito, dice
Nuestra mujer remolino, dice
Nuestra mujer de las alturas, dice
Nuestra mujer de luz, dice
Soy mujer espíritu, dice
Soy mujer día, dice
Soy mujer águila dueña, dice
Soy mujer sagrada, dice (…)

Hay ritmo porque las mismas frases lo ostentan: la bella repetición de imagen y sentido. Hay anáforas; eso sería en retórica, pero considerando lo indígena, a la repetición (o reiteración) se le llama paralelismo. El paralelismo cambia según los versos que ya lleva dichos y cómo, con el sonido, ella sabe que se escuchará bien. En conjunto forma esos trances alucinógenos en los que ve a los espíritus que curan a través de sus manos. Vemos también las metáforas, éstas le dan sentido al verso que es forjado por los demás y al mismo tiempo. María Sabina se deja llevar por la corriente y su resultado es un poema muy versátil y profundo, porque abarca muchas características que a veces parecen nimias para el ser.
      Honestamente: Marionote Valencia.

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